El ABUELO DE CARLOMAGNO


Ese caballero que pueden observar a la derecha de esta miniatura, el que destaca por su indumentaria en el dibujo, es Carlos Martel, padre de Pipino el Breve y abuelo de Carlomagno.
Como si fuera una de esas famosísimas fotografías de Rober Cappa sobre la Guerra Civil Española en las que capta un instante preciso, una décima de segundo en la que la historia vira, esta miniatura detalla el momento de la contienda en la que Carlos Martel frena el avance de las tropas enemigas en las proximidades de Tours y Poitiers.
El cronista de aquella batalla fue un obispo español que se convirtió en uno de los primeros corresponsales medievales del combate en el que Martel condujo a los “europenses” a la victoria y por el que recibió el sobrenombre con el que pasó a la posteridad: El Martillo.
El poderío de El Martillo había trascendido al exterior de su reino. De hecho, el Papa le pidió protección contra los lombardos a él y no a los bizantinos. Este poder permitió que Carlos Martel, sin ser rey, ejerciera como tal. El titular oficial de la corona era un merovingio pero el abuelo de Carlomagno, que seguía usando el título de Mayordomo o Príncipe de los Francos, ejercía oficiosamente como monarca de un vasto pueblo en crecimiento.
Carlos Martel había rebasado el rango de su título y ocupaba una posición difícil de sostener con la ley en la mano. ¿Qué hizo el Papa? Lo nombró subrey  y acabó con el problema jurídico, una tarea nada sencilla dado que Martel había nacido de los amores de Pipino el Grande y una concubina, lo que le dejaba fuera del orden sucesorio.
Este antecedente de usurpador quizá fue la inspiración de su hijo Pipino el Breve, quien expulsó en el 751 definitivamente a los merovingios del trono franco para ocuparlo él mismo. Y después llegó Carlomagno.

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