LOS CABALLEROS EN EL MEDIEVO


 

La creación de órdenes de caballería y la publicación de novelas de caballería son consecuencia y causa a la vez de la proliferación de caballeros andantes que demuestran su habilidad en las numerosas justas y torneos que para ellos se organizan en todos los territorios europeos, y entre ellos los hispánicos, a los que llegan caballeros como el borgoñón Jacques de Lalaing, que en 1446 hace promesa de llevar en el brazo derecho un brazalete de oro y de combatir contra cualquiera que toque su divisa. Es el tiempo de los catalanes Francí Desvalls o Miquel d’Orís, los valencianosFelip Boyl o Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanc; los castellanos Juan de Merlo, Pedro Barba, Fernando de Guevara o Gutierre Quijada, del que afirmará descender don Quijote.

Individual o colectivo, justa o torneo, el combate caballeresco no tiene por qué realizarse contra enemigos o rivales conocidos; en muchos casos, el caballero hace voto de permanecer en determinada situación hasta que otro lo libere de su promesa combatiendo con él. Entre los votos más frecuentes figuran dejarse la barba, no cortarse el cabello, llevar un ojo cubierto, no comer carne durante determinados días, no dormir en cama, llevar cadenas o grilletes en brazos y piernas, atravesarse el muslo con una flecha… O, en el caso de Suero de Quiñones, llevar al cuello una argolla todos los jueves del año hasta romper, él y sus compañeros, 300 lanzas contra cualquier caballero que pretenda cruzar el puente sobre el río Órbigo, por el que pasan los peregrinos jacobeos.

Los capítulos redactados por Suero se dan a conocer con seis meses de antelación: se compromete a mantener el paso con nueve caballeros, a cinco pasos del Camino, desde 15 días antes de Santiago hasta 15 días después o hasta haber roto las 300 lanzas; cada aventurero o caballero que acepte combatir podrá romper hasta tres lanzas con uno de los mantenedores. Quien se acerque al paso y no quiera combatir, habrá de dejar una de las armas o la espuela derecha. El reto atrajo a 69 caballeros, alemanes, catalanes, aragoneses, castellanos, portugueses, italianos, bretones… Se rompieron 178 de las 300 lanzas previstas.

El llamado Paso Honroso es un hecho hasta cierto punto excepcional, pero no así las justas y los torneos, con los que en la corte se celebran nacimientos y matrimonios o la simple llegada del rey a una ciudad. 


Se tiene por modelo al rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda, a los que se refiere Juan I de Portugal tras fracasar en la toma de Coria:

—Gran falta nos hicieran este día los caballeros de la Ta blaRedonda, pues ciertamente si ellos aquí estuvieran tomáramos este lugar.


Palabras que molestan a sus nobles, uno de los cuales responde:
—Señor, no hicieron falta aquí los caballeros de la Tabla Redonda, pues aquí está Martín Vázquez da Cunha, que es tan bueno como don Galaz, Gonzalo Vázquez Coutinho, que es tan bueno como don Tristán… y aquí estoy yo, que valgo tanto como don Quequa. Fáltanos sin duda el buen rey Arturo, su señor, que conocía a sus buenos servidores y les hacía mercedes por las que ardían en deseos de servirle.


La importancia y el interés de la sociedad por este mundo caballeresco lleva a Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, a recoger todas las disposiciones legales sobre caballeros y caballería en el Doctrinal de Caballeros, escrito en 1446 a petición del conde de Castro. Este tratado tiene su equivalente catalán en elTractat de Cavalleria compilado en el siglo XV por el jurista leridano Bernabé Assam. Como buen clérigo, Alonso de Cartagena se opone a los torneos, tolerados cuando no estimulados por la ley civil y expresamente prohibidos por el Concilio de Letrán.

Bibliografía:
La España de los Reyes Católicos – Ángel Rodríguez Sánchez y José Luis Martín



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