ESPRONCEDA




A las 6 y media de la mañana del 25 de marzo de 1808 nacía enAlmendralejo (Badajoz) José de Espronceda y Delgado, el que fuera sin duda uno de los más destacados poetas del Romanticismo español. Era el año en que se desencadenaba laGuerra de la Independencia contra las tropas de Napoleón, por lo que el nacimiento se produjo en el palacio del marqués de Monsalud cuando su padre, el militar Juan José Camilo de Espronceda y Pimentel, iba camino de su destino en Badajoz acompañado de su esposa. El niño fue bautizado en la parroquia de la Purificación con los nombres de José Ignacio Javier Oriol Encarnación. 

Se sabe muy poco acerca de sus primeros años. Tuvo tres hermanos más que no sobrevivieron a la ifancia. Hacia 1820 la familia se trasladó a Madrid. Espronceda estudió en el colegio de San Mateo, especializado en la enseñanza de Humanidades, bajo la dirección del poeta romántico Alberto Lista, que pronto constató su gran talento.


Alberto Lista

Eran tiempos agitados. La situación política se presentaba inestable bajo el reinado de Fernando VII, y motivó que, con sólo 15 años, Espronceda fundara una sociedad secreta llamadalos Numantinos, junto con sus amigos Ventura de la Vega y Patricio de la Escosura. Su objetivo era luchar contra el absolutismo y vengar la ejecución del general Riego, héroe nacional, asesinando a Fernando VII. Después de eso fundarían una república al estilo de la antigua Grecia. A partir de ese momento hubo pocos complots en los que no estuviese implicado.
Dos años más tarde se convierte en el presidente de los Numantinos, pero debido a que había un delator entre ellos, los dirigentes son procesados. Con apenas 17 años Espronceda fue condenado a 5 años de reclusión en un convento de Guadalajara, ciudad en la que estaba destinado su padre, aunque al final sólo cumplió tres meses. Allí es donde comienza a escribir.
A su regreso la policía le consideraba un elemento muy peligroso y no dejaban de vigilarle. Cansado de tan intensivo espionaje, Espronceda decide alejarse, y viaja a Lisboa desde Gibraltar. Allí conoció a la que sería su gran amor: una joven de 16 años llamadaTeresa Mancha, hija de un militar español que se encontraba preso en el castillo de Sao Jorge en Lisboa.

Castillo de Sao Jorge, Lisboa

En 1827 Espronceda viaja a Inglaterra, donde también se encontraban refugiados numerosos liberales españoles. Se ha dicho muchas veces que el poeta viajó hasta allá siguiendo a Teresa, pero esto no es cierto, puesto que puede constatarse que él llegó en septiembre, mientras que la familia de Teresa no lo hizo hasta el 6 de diciembre.

De allí se dirigió a Holanda, y posteriormente a París, donde tuvo ocasión de combatir en las barricadas de la revolución de julio de 1830. La revuelta tuvo como consecuencia la entronización de Luis Felipe de Orleáns y el fin del absolutismo de la monarquía borbónica. Esto es lo que nos cuenta Galdós:

“Espronceda se batió en las barricadas bravamente, y sucio de pólvora y fango respiró con delicia y gritó con entusiasmo viendo por el suelo la más venerada monarquía del mundo”. 
Después quiso luchar por la libertad de Polonia y se alistó como voluntario, pero la fuerza expedicionaria no llegó a salir de París. También participó en la trama guerrillera organizada por un grupo de exiliados que pretendían restaurar un gobierno liberal en España. El plan fracasó, pero él consiguió no ser apresado.
En 1831 regresa a Londres y encuentra a Teresa casada y madre de un hijo. La familia estaba en la miseria, por lo que a la joven no le había quedado otra alternativa que casarse con un rico comerciante allí establecido. Ella no amaba a su esposo, muchos años mayor. Había sido solamente un matrimonio por conveniencia, o incluso por desesperación. Ahora, al volver a ver a Espronceda, ambos reviven su antigua relación y planean fugarse juntos. 

Estaba previsto que Teresa se desplazara a París en compañía de su marido, de modo que hacia allá se dirige el poeta a esperarla. En la noche del 15 de octubre de 1831 ella abandonó el hotel en el que se hospedaba y se fue con él. Da comienzo la época más feliz en la vida de Espronceda, reflejada en sus poesías Y a la luz del crepúsculo serena, y Suave es tu sonrisa, amada mía, escritas en 1832.

En 1833, a la muerte de Fernando VII, Espronceda se acoge a la amnistía general para los liberales emigrados y regresa con Teresa a Madrid. Ambos viven en un piso cercano a la madre del poeta, y allí Teresa da a luz a una hija, Blanca, en mayo de 1834. La niña sería posteriormente tutelada por el conde de las Navas y contraería matrimonio con Escosura, el amigo de Espronceda.
Durante los primeros meses de ese año Espronceda fue uno de los redactores más activos de El Siglo, revista de tendencia monárquica moderada. Al ser censurado su número 14 por el gobierno, se le ocurrió la idea de publicarlo en blanco, con sólo los títulos de los artículos.
Posteriormente se enroló como guardia de corps, pero fue expulsado al cabo de poco tiempo. Desencadenada la guerra carlista, algunos jóvenes liberales rompen con Martínez de la Rosa. Durante el transcurso de un banquete, Espronceda pronuncia un discurso satírico en verso que dio mucho que hablar en la corte. Poco después era desterrado a Cuéllar, y posteriormente trasladado a Badajoz.
Al año siguiente se convierte en uno de los socios fundadores delAteneo madrileño y publica La Canción del Pirata en la revista El Artista.



Su oposición política a Toreno, contra cuyo gobierno se rebeló, le obligará a llevar una vida semiclandestina en casas de sus amigos madrileños. Es por entonces cuando escribe el artículoLibertad, igualdad, fraternidad, aparecido en El Españolen enero de 1836. Se había convertido en el héroe romántico y rebelde del momento antes de cumplir los 30.

Pero su felicidad había terminado. La relación con Teresa se había deteriorado. Ella observaba un comportamiento frívolo, casquivano y caprichoso, y él tenía un mal genio que no contribuía a suavizar las situaciones difíciles. Además, parece que a Teresa no le gustaban sus intensas actividades políticas, causa de tan prolongadas ausencias. La clandestinidad en la que Espronceda vivía hacía que no siempre pudiera explicarse. Teresa no lo comprendía, y a veces sospechaba que sus ausencias se debían a infidelidades. El resultado fue que en 1836 les abandonó a él y a su hija con la misma facilidad que antes había abandonado otro hogar y otro hijo, y se fugó a Valladolid con su amante Alfonso.
Espronceda no se resigna a perderla. Parte en su busca y logra reconciliarse con ella. Pero poco duró esa segunda oportunidad, porque al poco tiempo vuelve a ser perseguido por sus ideas liberales y se ve obligado a refugiarse en casa de un amigo.
Teresa falleció tres años después a consecuencia de una tuberculosis. Llevaba una vida vagabunda, y tuvo un entierro de caridad. La leyenda cuenta que Espronceda contempló por casualidad su velatorio, y que su muerte le inspiró el Canto a Teresa.


Poco después aparece en su vida Carmen Osorio, llamada “la Generala”, famosa en Madrid por su conducta frívola y escandalosa.
Pero Espronceda no sobreviviría muchos años a Teresa. Sólo contaba 34 cuando el 23 de mayo de 1842 fallecía de difteria inesperadamente. La muerte le sorprendió en un momento muy dulce de su existencia: tras una estancia en Holanda, ese mismo año había sido elegido diputado y había logrado encontrar de nuevo el amor en la persona de Bernarda de Beruete, con la que estaba a punto de contraer matrimonio.
Fue una enorme multitud la que asistió a su entierro. Se iba el héroe romántico que había organizado sociedades secretas, el rebelde que combatió en las barricadas, el paladín de la libertad que había sufrido en sus carnes la dureza del exilio, el hombre apasionado que había desafiado al mundo viviendo abiertamente un amor prohibido, el espíritu aventurero que recorrió media Europa, el genio arrebatado y el poeta bohemio de cuya pluma salieron esas obras inmortales que todos hemos recitado con placer alguna vez.
En 1902 sus restos fueron trasladados al Panteón de Hombres Ilustres de España.
Y ahora, todos juntos:

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.




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