CABALLERO BONALD

El poeta y narrador José Manuel Caballero Bonald ha obtenido el Premio Cervantes cuando cuenta con 86 años. En esta ocasión, sus méritos literarios e intelectuales parecen indiscutibles. Empezó su trayectoria como poeta y en los últimos años, con renovados bríos, ha vuelto de nuevo al género, con libros como Entreguerras (2012), su última entrega. Pero del conjunto de su obra poética quizá destacaría Descrédito del héroe (1977), aunque a lo largo de los años haya publicado excelentes novelas, como Ágata ojo de gato (1974) y Campo de Agramante (1992), y cultivado el ensayo, tanto literario como sobre la historia del flamenco, y la crítica literaria. Sus memorias Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001), recogidos ambos en La novela de la memoria (2010), tienen la calidad literaria y el valor documental de las grandes piezas de su género. Él mismo ha explicado que “no tiene nada que ver contar en prosa más o menos lo que ocurre, a contar en verso más o menos lo que no ocurre”.
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Fue secretario de redacción de Papeles de Son Armadans, fundada por Cela, una de las grandes revistas literarias de la segunda mitad del siglo XX. Hoy, además, lleva su nombre una activa Fundación, que publica una excelente revista: Campo de Agramante, cuyo último número se ocupa de Valente, pues esta excelente publicación se ha venido dedicando a la difusión y exaltación de la obra de sus compañeros de generación.

Pepe Caballero, como lo llaman sus amigos, durante la dictadura de Franco fue compañero de viaje del Partido Comunista, se ha mantenido siempre a la contra frente al poder y a la opinión establecida, como un verdadero insurgente. Semejante rebeldía se aprecia también en su obra literaria, que en los años cincuenta y primeros sesenta partió de la literatura crítica, comprometida, para evolucionar hacia un estilo más elaborado sustentándose, como apunta Luis García Montero, en el merodeo barroco.
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Otra característica digna de destacar es su vinculación, personal y literaria, con la América hispánica. Hijo de padre cubano, durante sus años de estudiante se relacionó en Madrid, en el Colegio Mayor Guadalupe, con poetas y narradores hispanoamericanos, y más tarde fue profesor en Colombia. Y aunque se le ha agrupado en la llamada generación o grupo de los cincuenta, con quienes fueron, o siguen siendo sus amigos, como Claudio Rodríguez, Carlos Barral, José Ángel Valente o Francisco Brines, en su afán de andar a contracorriente, de oponerse a la tradición establecida y predominante, le gusta reconocerse continuador de la obra de Juan Rulfo, José Lezama Lima y Alejo Carpentier.


 -Nombre entregado - (fragmento) 

k.  walsh 

"Tú te llamabas Carmen

y era hermoso decir una a una tus letras,
desnudarlas, mirarte en cada una
como si fuesen ramas distintas de alegría,
distintos besos en mi boca reunidos.
Era hermoso saberte con un nombre
que ya me duele ahora entre los labios,
me sangra entre los labios como un recuerdo exangüe,
como algo que yo querría nombrar constantemente
y me estuviese anonadando con sus límites,
con su doliente negación de ser,
porque es amargo pronunciar lo que en olvido acaba.
Yo pienso que ya no puedes tú tener un nombre,
encerrar en un nombre tu ternura,
tus verdes ojos dulces,
la dorada humedad de tu cabello,
que ya no puedes responderme si te llamo,
si te sigo llamando y nada me devuelve
la impaciente constancia de que estás."



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