AUREA MEDIOCRITAS

Tiziano

Caracterizado en el intento de alcanzar un deseado punto medio, en el que no afectan ni las alegrías ni las penas. Además, de conformarse con lo que se tiene y no dejarse llevar por las emociones desproporcionadas. El Aurea mediocritas es un tópico usado principalmente en los poemas de Horacio, famoso por las Odas.
En los siguientes poemas de Horacio, podemos observar esas ideas de rehuir los excesos y buscar la justa medida, que tanto imperan en sus poemas.

Carminum II, 3 (A Delio)

Acuérdate de conservar una mente tranquila 
en la adversidad, y en la buena fortuna
abstente de una alegría ostentosa, 
Delio, pues tienes que morir, 
y ello aunque hayas vivido triste en todo momento 
o aunque, tumbado en retirada hierba, 
los días de fiesta, hayas disfrutado 
de las mejores cosechas de Falerno. 
¿Por qué al enorme pino y al plateado álamo 
les gusta unir la hospitalaria sombra 
de sus ramas? ¿Por qué la linfa fugitiva 
se esfuerza en deslizarse por sinuoso arroyo? 
Manda traer aquí vinos, perfumes y rosas
—esas flores tan efímeras—, mientras 
tus bienes y tu edad y los negros hilos 
de las tres Hermanas te lo permitan.
Te irás del soto que compraste, y de la casa, 
y de la quinta que baña el rojo Tíber;
te irás, y un heredero poseerá 
las riquezas que amontonaste. 
Que seas rico y descendiente del venerable 
Ínaco nada importa, o que vivas 
a la intemperie, pobre y de ínfimo linaje: 
serás víctima de Orco inmisericorde. 
Todos terminaremos en el mismo lugar. 
La urna da vueltas para todos. 
Más tarde o más temprano ha de salir 
la suerte que nos embarcará 
rumbo al eterno exilio.


Carminum II, 10 (A Licinio)

Más rectamente vivirás, Licinio, 
si no navegas siempre por alta mar, 
ni, mientras cauto temes las tormentas, 
costeas el abrupto litoral. 
Todo el que ama una áurea medianía
carece, libre de temor, de la miseria 
de un techo vulgar; carece también, 
sobrio, de un palacio envidiable. 
Con más violencia azota el viento 
los pinos de mayor tamaño, 
y las torres más altas caen 
con mayor caída, y los rayos 
hieren las cumbres de los montes.
Espera en la adversidad, y en la 
felicidad otra suerte teme, 
el pecho bien dispuesto. 
Es Júpiter quien trae 
los helados inviernos, 
y es él quien los aleja.
No porque hoy vayan mal las cosas 
sucederá así siempre: 
Apolo a veces hace despertar
con su cítara a la callada Musa; 
no está siempre tensando el arco. 
Muéstrate fuerte y animoso 
en los aprietos y estrecheces; 
y, de igual modo, cuando un viento 
demasiado propicio hincha tus velas, 
recógelas prudentemente.


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