R. ALBERTI


Botticelli

Por allí hondo, una humedad ardiente;
blando, un calor oscuro el que allí hervía;
sofocado anhelar el que se hundía,
doblándose y muriendo largamente.

Labios en labios que no ataca diente

lengua en garganta que se corta, umbría;
áspero alrededor, fiera porfía
por morder lo imposible de la fuente.

Fiera porfía, ya que ni a la hembra
más hembra ni al varón más varón dieron
otra cumbre que ser sembrado y siembra,

pues lo demás, ¡Oh cuerpos desvelados!
son fulgores que al alba se perdieron
en un súbito arder, desesperados.


- Yo, marinero, en la ribera mía -

Sorolla

Yo, marinero, en la ribera mía, 
Posada sobre un cano y dulce río 
Que da su brazo a un mar de Andalucía,

sueño en ser almirante de navío, 
Para partir el lomo de los mares, 
Al sol ardiente y a la luna fría.

¡Oh los hielos del sur! ¡oh las polares
Islas del norte! ¡blanca primavera, 
Desnuda y yerta sobre los glaciares!.

¡Cuerpo de roca y alma de vidriera! 
¡Oh estío tropical, rojo, abrasado, 
Bajo el plumero azul de la palmera!.

Mi sueño, por el mar condecorado, 
Va sobre su bajel, firme, seguro, 
De una verde sirena enamorado,

Concha del agua allá en su seno oscuro.
¡Arrójame a las ondas, marinero 
Sirenita del mar, yo te conjuro!.

¡Sal de tu gruta, que adorarte quiero,
Sal de tu gruta, virgen sembradora, 
A sembrarme en el pecho tu lucero!.

Ya está flotando el cuerpo de la aurora
En la bandeja azul del océano 
Y la cara del cielo se colora.

De carmín. Deja el vidrio de tu mano 
Disuelto en la alba urna de mi frente, 
Alga de nácar y cantadora en vano.

Bajo el vergel azul de la corriente.
¡Gélidos desposorios submarinos 
Con el ángel barquero del relente.

Y la luna del agua por padrinos! 
El mar, la tierra, el aire, mi sirena, 
Surcaré atado a los cabellos finos.

Y verdes de tu álgida melena. 
Mis gallardetes blancos enarbola, 
¡Oh marinero! ante la aurora llena.

¡Y ruede por el mar tu caracola!.

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