HÉCTOR ACEVEDO

Manifiestamente influenciado por la pintura de Picasso y Tamayo, la obra de Acevedo impacta en la primera mirada por su cromatismo fuerte y variado, como asì tambièn por el misterio que encierran sus cuadros. No son fáciles de desentrañar, deliberadamente el pintor provoca la imaginaciòn del observador, le da pistas, le tiende la mano pero no le enseña el camino,  sabe que el misterio  es el secreto del arte.
En la evoluciòn creativa de este pintor, los estudiosos señalan dos periodos muy diferentes y marcados; uno bastante esquemático y simple, aprisionado aùn en un cromatismo limitado y trazos de lìneas duras y marcadas.
Las obras de su segundo periodo son las que me han interesado más, con las que he sintonizado y establecido el contacto que me provoca conocerlo. Quizás porque el ámbito de los sueños y la imaginaciòn son mi debilidad y en ese mundo surrealista las composiciones son más hospitalarias, y la mirada encuentra vuelo para conectarse con la esencia del pintor.-
Los escenarios fuertemente polìcromos de Acevedo se pueblan de figuras femeninas, de perros y caballos; àrboles y casas, nubes y seres producto de un mundo soñado encastrado en la realidad y, sobre todo y más interesante, de miradas comunicantes más allá de cualquier palabra.

















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