BENDECIR
Fatima Tomaeva
Bendecir significa “decir bien” de los demás o de uno mismo/a. Todas las formas religiosas tienen sus bendiciones, que no son otra cosa que eficaces anclas cognitivas y emocionales, una forma de sugestiones positivas. El problema de las bendiciones es que con la rutinización de las prácticas, dejan de tener valor y sentido, se hacen sin pensar y pierden así su eficacia. Cada una de las partes o momentos de una oración o celebración religiosa encierra herramientas de meditación y reflexión muy interesantes.
Otro problema de las bendiciones es que en un mundo y una sociedad en la que imperan las maldiciones (= decir mal del otro o de uno mismo/a), ir bendiciendo va claramente contra corriente, pero si las maldiciones tienden la trampa de la profecía autocumplida, con las bendiciones pasa lo mismo: se contagian y producen beneficios positivos en los otros y en nosotros mismos.
Edward de Bono en su libro “El poder del enfoque +” propone la positividad como una nueva religión y filosofía de vida. De hecho todas las religiones propugnan la vida en positivo, en el reino de las luz frente al reino de las sombras. Desde la PNL (Programación Neuro- Lingüística) lo que nos están diciendo es que hay dos mapas o posiciones perceptuales: la de las bendiciones (enfoque positivo) y la de las maldiciones (enfoque negativo). El ser humano es socializado incomprensiblemente en la desconfianza, en imaginarse lo peor, en atribuir los actos de los demás a motivos egoístas si son buenos y a rasgos de personalidad enfermiza si son malos. Si a eso le sumamos que nuestra mente es cómoda y está gobernada por leyes perceptivas que filtran la realidad, bendecir supone un esfuerzo, sí, pero como todo aprendizaje llega un momento que no cuesta nada y que produce mucha felicidad. E. de Bono tiene una frase en su libro muy reveladora: “la felicidad es una cuestión de percepción, depende dónde miremos”.
La importancia de las bendiciones en todas las religiones se plasma en conocidas expresiones o frases, por ejemplo del Cristianismo, en palabras de Lucas que llega a decir incluso “Bendecid a los que os maldicen”. Sobre las maldiciones, el psicólogo Allport en su conocida “escala del prejuicio” afirmó que el origen del mismo, el primer escalón es “hablar mal” del otro (maldecir). A partir de ahí los pasos siguientes son: evitar el contacto, marginar, violencia y exterminio. En el inicio de muchos actos violentos y crímenes por razón de creencia o cultura, hubo un “hablar mal del otro”, una maldición socializada. En el inicio de la violencia de género, alguien comenzó a hablar mal a alguien acerca del otro sexo.
Las bendiciones nos ayudarán a mejorar nuestras relaciones emocionales con los demás, y por la propia dinámica del espejo social, a nosotros mismos. Porque sin ser conscientes de ello, es posible que estemos maldiciendo más de la cuenta, incluso a nosotros mismos/as. Para aprender a bendecir vamos a realizar primero un ejercicio de “bendición personal”, ya que no puede bendecir a otros quien no se bendice a sí mismo, no puede amar a otros quien no se ama a sí mismo. En un segundo momento vamos a bendecir a otra persona en nuestra imaginación, para más tarde, cuando nos encontremos con esa persona, la veamos en positivo.
Una de las formas que tenemos de practicar las bendiciones en grupo es hacer lo que yo denomino la “receta de un elogio”, muy recomendable cuando se trata de reforzar comportamientos positivos en los demás. Esta receta de un elogio consiste en los siguientes ingredientes:
1. Describimos al otro exactamente el comportamiento que nos ha gustado (paso a paso).
2. Decimos por qué es importante ese comportamiento (valores nutritivos y vitaminas).
3. Aderezar con una sonrisa, un gesto de afecto y abundante estima.
4. Dejar 3 segundos a fuego lento en el corazón del otro.
5. Animar y alentar el comportamiento: listo para repetir.
Fuente: “12 metáforas para comprender y desarrollar tu Inteligencia Emocional”. César García- Rincón de Castro