ACEPTACIÓN
Aceptarse uno mismo, aceptar la situación, aceptar el estado de las cosas… son conceptos, ideas que están en el aire y que la mayoría maneja de manera regular. Pero, ¿qué es realmente la Aceptación? Desde el entorno del crecimiento personal y la espiritualidad, la aceptación es la manera de “dejarse fluir”, de no oponer una resistencia dolorosa a lo que pueda resultar molesto en nuestra personalidad, en nuestro físico, nuestra situación personal o en los comportamientos de otras personas, instituciones, etc.
La mirada del que acepta es más amplia, es una mirada desde un punto alejado, desde arriba, que permite valorar que hay un propósito, una razón, una causa mucho más grande que el pequeño sentir humano, para que esa circunstancia sea como es y no como a lo mejor desearíamos que fuera. Una mirada consciente, despierta, nos permite tomar otra perspectiva ante lo que puede suponer un problema a priori. Ver todo el cuadro, con todos sus componentes, a veces minimiza el sufrimiento, a veces nos da un visión de un aspecto de esa cuestión que no habíamos tenido en cuenta por estar obcecados, porque el dolor nos nubla la vista, o el enfado nos impide abrirnos a otras consideraciones. Aceptar lo que Es, es el comienzo para dar el salto hacia el cambio, si no, nos instalamos en la queja y en la expectativa, nos enganchamos a una emoción que probablemente sólo nos perjudica. Acepto que estoy triste, nervioso, preocupado, que esta persona se ha ido, pero no me dejo arrollar por estas emociones, les doy el lugar que les corresponde y continúo viviendo.
ONDAS
La Aceptación no es una rendición, sobre todo si hablamos de una persona con una consciencia y una mentalidad abiertas, que conoce las dañinas consecuencias de la lucha interna y externa y ha encontrado que se pueden realizar más cambios de los que parece con una actitud amorosa, paciente, honesta y comprensiva.
La Aceptación no nos hace perder nuestro sentido crítico ni consiste en dejar que decidan por nosotros. Es una postura mucho más elevada y profunda. Se trata de apartarse de la tiranía del ego para dejar paso al lenguaje del corazón.
Aceptarse a uno mismo es amarse a uno mismo, valorarse con las virtudes y defectos que uno pueda tener, teniendo presente que todo es perfecto en este instante. Y de uno, extrapolar esa concepción a lo que está fuera, a la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, el tendero, el camarero, el mundo.
Todo está bien, lo que no significa que no haya nada que mejorar, pero podemos aceptarlo y seguir en el camino de aportar lo que podamos en la dirección que entendemos que es la correcta para que haya cambios. Con serenidad, con honestidad, con generosidad, sobre todo, hacia uno mismo. Los animales viven el presente y aceptan a sus personas, sus cuidadores y compañeros, tal y como son, incluso cuando les hacen sufrir. Aceptan. Viven en el Amor Incondicional.
La práctica prolongada de Meditación descubre en nosotros esa capacidad de aceptar, nos hace entrar en contacto con la parte más espiritual, limpia y pura de meditacion-FLUIR nuestro Ser y allí encontramos ese Amor Incondicional, allí encontramos la Verdad de lo que Somos, esos Seres maravillosos que pueden conquistar cualquier territorio con Amor.