MANUEL DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ

  ROMANOS NACIDOS EN HISPANIA

La cultura expresada en latín romano por quienes nacieron en las provincias del Imperio (Hispania, Gallia Cisalpina o Transalpina) no fue obra de españoles, de italianos o de franceses, modos de existir humano sin ninguna realidad en aquella época. Estrabón, nacido antes que Séneca, dice que la provincia Bética estaba casi completamente romanizada. La religión indígena desapareció de la Bética, cuyos habitantes se llamaban, según el uso romano, con triple nombre. Sólo una alucinación, explicable por una especie de psicosis colectiva, pudo hacer de Séneca y de su filosofía un fenómeno español. Aun admitiendo que el pensar estoico hubiese tenido hondas y originales repercusiones en el pensamiento español (no las tuvo), de ahí no cabría deducir ningún españolismo en Séneca, del mismo modo que los reflejos neoplatónicos en Luis de Granada o en Cervantes, no arguyen a favor de la españolidad de Platón o de Platino. 
Séneca fue un romano, educado, como muchos otros, por maestros griegos imbuidos de pensamiento estoico. Nada tenía que hacer todo ello con su patria Corduba, que desde el siglo xv viene identificándose con la Córdoba posterior a la conquista de aquella ciudad por Fernando III. Un conocedor del pasado arqueológico de la ciudad actual dice que sus ruinas, "destruidas y calcinadas, yacen sumergidas a profundidades de cuatro y cinco metros. ¿Qué catástrofes ocurrieron entre los siglos IV y VIII, capaces de producir el arrasamiento total de la urbe romana, la acumulación de tan ingente masa de tierra y escombros?".
Para los conocedores de la literatura de Roma y del pensamiento griego, la idea de un "senequismo español" (Ganivet, Menéndez Pelayo y tantos otros) equivaldría a llamar maya, o algo así, la poesía de Rubén Daría; desconociendo el hecho de estar fundada en las letras de España y de Francia. Del mismo modo lo que sobrevive del pensamiento de Séneca es incomprensible, si no se le sitúa en el estoicismo de los romanos y de los griegos. Aparte de la fantasía de convertir a Séneca en un español, el error básico consiste en servirse de la idea vulgar de que ser estoico consiste en sufrir impasible las molestias del cuerpo y las del alma, para explicar el pensamiento de Séneca. El estoicismo fue, además de una moral, una complicada teoría filosófica, que en último término nada tiene que hacer con el hecho empírico de aguantar el hambre y el dolor.
Aunque baste con lo dicho para hacer ver que el españolismo de Séneca descansa únicamente en el deseo de hacerla español, conviene subrayar que el pensamiento crítico de Séneca y su interés por la ciencia natural nunca interesaron a la casta cristiana que, desde fines del siglo XVI, fue la que totalmente representó la forma de vida española. Si los españoles hubiesen sido senequistas, su historia habría sido diferente de como fue y es, porque su interés se habría centrado en el análisis racional de la vida terrena. Escribe Séneca: "La muerte es el no ser: lo que será después de mí, será como lo anterior a mí" (Epístolas a Lucilio, VI, 54, 4). La vida para él era un paréntesis entre dos nadas. 
La ingenuidad de españolizar a Séneca acabará por salir de los libros, cuando los lectores se den cuenta del sofisma implícito en dotar de un mismo sentido los vocablos "Hispania" y "España" -una identi· dad tan sofística como sería el fundir los sentidos de la "Italia" de Augusto y el de la "Italia" de la monarquía de los Saboya. 
[...]

LA REALIDAD HISTÓRICA DE ESPAÑAAMÉRICO CASTRO


Séneca, después de abrirse las venas se mete en un baño y sus amigos, poseídos de dolor, juran odio
Séneca, maestro del emperador Nerón, fue acusado por éste de traición y por ello condenado a muerte. Como desprecio al poder imperial, el filósofo decidió quitarse la vida él mismo. Primero cortándose las venas y luego tomando un veneno, aunque finalmente fueron los vapores de un brasero los que acabaron con su sufrimiento. El cuadro, refleja el momento en que estando tendido en la bañera el cuerpo yaciente de Séneca, sus amigos lloran a su alrededor. Detrás del grupo se aprecia el brasero aún humeante 
El artista planteó en esta pintura una composición horizontal, recordando frisos pictóricos clásicos como los que se representan en la pared del fondo. El formato rectangular se contrapone a elementos verticales como la vasija del primer término y las columnas. 
La obra logró la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1871 junto con la Muerte de Lucrecia de Rosales (P04613). Ambas pinturas marcarían la vuelta a la temática clásica de la pintura de historia en España, ya que estos argumentos eran preceptos morales ejemplares que ningún espectador podría desdeñar. 
Tras ser adquirido en 1873 para el Museo de Pintura y Escultura pasó al Museo de Arte Moderno.

Entradas populares de este blog

LOCUS AMOENUS

EL HIJO DE ZEUS Y JESÚS

BRIGID