LOS REYES MAGOS

Los Reyes Magos son unos personajes a los que la tradición ha ido confiriendo sus características actuales. Ni eran reyes, ni se dice su número (sí tres presentes), ni uno fue negro sino a partir del Renacimiento. Tampoco se conocieron sus nombres ni su procedencia aventurándose oriente pero también Tartesos, como orígenes probables.
El Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos que siguieron una estrella, buscando al «rey de los judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles Belén, donde encuentran a Jesús y a quien ofrecen oro, incienso y mirra.
Los nombres de los reyes (Melchor, Gaspar y Baltasar) retrotraen sus primeras referencias al siglo V

Epifanía de Navasa. Hacia 1200
Fresco y temple arrancado y traspasado a lienzo

Los Reyes Magos, ¿historia o leyenda?

GUILLERMO D. OLMO / MADRID
abc. 04/02/2011

Al principio ni eran reyes ni eran tres. En origen, debieron ser sacerdotes persas con conocimientos de astronomía. Su imagen actual se ha ido fraguando a lo largo de la historia

Franco Cardini

En muchas representaciones de los Reyes Magos queda patente que Baltasar no siempre fue negro.
No nos referimos a si los Reyes Magos existen realmente. Por supuesto que existen. La cuestión es quiénes eran realmente esos personajes que, según la tradición, acudieron a Belén a adorar al Mesías recién nacido y que en España se han convertido en los visitantes más esperados cada Navidad por los canijos de todo el país.
¿De dónde procedían esos enigmáticos personajes? La aproximación a las fuentes escritas y las manifestaciones artísticas que se refieren a ellos refleja visiones muy diversas de estas figuras míticas y algunas muy alejadas de la ingenua visión infantil que los percibe como meros portadores de presentes y alegría. La historia del arte recoge ejemplos de representaciones en los que los Reyes aparecen como anunciadores del apocalipsis: Los Reyes no solo habrían acudido a Palestina para celebrar el nacimiento del Niño, sino también para señalarlo como el elegido, el futuro hombre que habría de morir para salvar con su sacrificio a la humanidad. Así se explica que San José aparezca en algunas representaciones entristecido ante la visita de los Magos de Oriente. 
En la misma lógica entienden algunos críticos el papel simbólico que desempeña la mirra en la iconografía. De los tres presentes que según la tradición los Reyes llevaron a Belén, oro, incienso y mirra, este último es el que aparece más tardíamente en las representaciones artísticas. Su significado funerario estaría dando fe del cariz de estos personajes como anunciadores también de la muerte dolorosa y resurrección redentora del Mesías recién nacido. Pero estas connotaciones escatológicas les han importado muy poco a los niños que esta mañana andaban como locos desenvolviendo sus regalos.
Fuerzas del bien y del mal
Pocas son las certezas históricas en torno a los Reyes. Se sabe que en un principio los Reyes no eran reyes. Según cuenta el profesor de la Universidad de Florencia, Franco Cardini, en unas conferencias organizadas por la Casa Árabe en diferentes localidades españolas, «los textos bíblicos hablan de unos magos que llegaron de oriente; así los menciona el texto griego del Evangelio de San Mateo, que es el que se conserva». De su carácter regio, no se dice nada. Según cree Cardini, debieron de ser en realidad sacerdotes de la religión mazdea, predominante entre los persas en la época en la que según la fe de los cristianos vino al mundo el hijo de Dios. El mazdeísmo se basaba en la oposición entre dos principios divinos, uno bueno llamado Ormuz, creador del mundo, y otro malo, de nombre Ahrimán, que sería una fuerza destructora. Los persas eran uno de los pueblos más hostiles a la dominación romana.
Cardini, que ha seguido la pista de los Reyes Magos a través de los textos y las imágenes, subraya que San Mateo no especifica cuántos fueron los magos adoradores de Jesús ni cuáles los tres presentes que ofrendaron a Jesús. De hecho hay evangelios apócrifos que refieren a cuatro, cuarenta o incluso más magos. Lo que sí cuenta Mateo es que estos brumosos personajes son astrólogos o astrónomos.
Los persas eran uno de los pueblos más hostiles a la dominación romana
La imagen que en la actualidad se tiene de los Reyes Magos se iría perfilando con adiciones posteriores. El ascenso de los magos a la categoría de reyes no aparece hasta el siglo II. Será Tertuliano quien afirme que los sacerdotes astrónomos pueden ser también identificados como reyes de sus países. Es con este autor latino con quien aparece la figura del rey viejo, el Melchor al que admiran muchos niños en la actualidad. La primera referencia al hecho de que los Reyes sean tres la ha encontrado Cardini en las catacumbas de Priscilla, en Roma. En esta necrópolis paleocristiana, excavada a partir del II a. C. aparecen las representaciones de tres figuras que desfilan ante la Virgen y el Niño Jesús.
La leyenda de los tres magos atravesó el periodo difícilmente escrutable históricamente de la Alta Edad Media, en medio de las reflexiones de los sabios de entonces que más huella han dejado en la posteridad, como Beda el Venerable o Isidoro de Sevilla. También tiene raíz medieval la tradición que afirma que los restos mortales de Melchor, Gaspar y Baltasar se conservan en la Catedral de Colonia.
Las diferentes caracterizaciones de los reyes son de aparición tardía. En un principio, las tres figuras presentaban rasgos similares y resulta difícil determinar el momento exacto en que uno de ellos se convirtió en un anciano con barba blanca y los otros dos en un hombre de pelo claro y un negro. De cualquier modo, a partir del siglo XV se encuentran en la iconografía estos tres perfiles ya claramente definidos.
Según la tradición, los restos de los Reyes Magos se conservan en la Catedral de Colonia
Antes, en 1306 el pintor florentino Giotto di Bondone incorpora al imaginario la estrella fugaz que guió a los inmortales viajeros. Es él quien, según explica Cardini, introducirá la imagen de la conocida estrella de Belén como una estrella fugaz. En realidad, lo que dibujó el artista italiano fue el cometa Halley, que aquel año fue visto en el cielo de Europa, causando una honda impresión que quedó patente en los escritos de todos los cronistas. Giotto, mientras la mayoría de sus contemporáneos interpretaron la aparición del astro como un mal augurio, decidió darle la vuelta a la superstición e introdujo la estrella como signo de noticia jubilosa en su cuadro «La adoración de los Reyes Magos». Esta mañana, siete siglos después, los niños de todo el España, han celebrado la que sin duda es para ellos la noticia del año.

Solomon Akhlat, Obispo de Basora (Persia) escribió en el año 1.222 el libro apócrifo del Nuevo Testamento titulado El Libro de la Abeja en el que podemos leer lo siguiente:
“Cuando el niño Dios nació en Belén de Judá y la estrella de los Magos apareció por Oriente, doce Reyes persas fueron a ofrecer al recién nacido, oro, mirra e incienso, y vinieron a adorarlo desde Oriente”.


El texto sigue: “Los nombres de los doce Reyes Persas eran:
Zarwândâd, hijo de Artabân; Hôrmîzdâd, hijo de Sîtârûk; Gûshnâsâph, hijo de Gûndaphar y Arshakh, hijo de Mîhârôk. Estos cuatro portaban  el oro.
Zarwândâd, hijo de Warzwâd;Îryâhô, hijo de Kesrô; Artahshisht, hijo de Holîtî;Ashtôn`âbôdan, hijo de Shîshrôn. Estos cuatro portaban la mirra.
Mêhârôk,hijo de Hûhâm; Ahshîresh, hijo de Hasbân;Sardâlâh, hijo de Baladân; Merôdâch, hijo de Beldarân. Estos cuatro portaban el incienso”.
Algunas leyendas y tradiciones de la antigüedad indican que las ofrendas que hicieron los Magos al niño Dios salieron de la Cueva de los Tesoros de Adán y que Adán ordenó a su hijo Seth dárselas en persona a los Magos, aunque esta teoría no es recogida por ningún libro sagrado. La leyenda sigue diciendo que cuando los Magos llegaron a la ciudad de Belén, Herodes fué avisado sobre la visita de unos Magos, Reyes de Persia, que acaban de llegar a la ciudad y habían ido a hacerle ofrendas a un niño que acaba de nacer en las afueras de Belén. Sin embargo en otro libro apócrifo del Nuevo Testamento escrito por Ephrem Syrus en el año 306 A.D. titulado “La Cueva de los Tesoros de Adán y Eva”, podemos leer que los Magos que venían de Oriente a entregar al niño Dios sus regalos eran solamente tres:
“Hor, Rey de Persia; Basantar, Rey de Saba y Karsundas, Rey de Saba Oriental.”

Persépolis en la actualidad, Irán

Pero los primeros Magos no aparecen en Belén en el Anno Domini (A.D.) uno de nuestra era, sino que existen desde muchos años antes.
Hay muchas referencias por parte de algunos historiadores griegos acerca de los Magos y de la labor que desempeñaban en la antigua Persia. Según nos cuenta Heródoto de Halicarnaso en “Historias”, los orígenes de estos Magos se remontan a los tiempos del Rey de Media Astíages, reino que fué absorbido por el Imperio Aqueménida, Ciro II el Grande, en el año 550 antes de JC, de ahí que pueda haber alguna confusión y los Magos fueran siempre considerados de origen persa y no de origen medo como son realmente.
La etimología de la palabra ya dice todo sobre sus raíces puesto que en el idioma persa antiguo la palabra “Mago” es “magu”; en latín en singular se transformó en “magus” y en latín en plural en “magi”, que significa realmente “seguidor de Zoroastro”, además de: “experto en religión, en tradiciones orales y escritas e individuo perteneciente a una etnia del antiguo Reino de Media que tuviera la facultad de leer las estrellas y de adivinar el futuro”.
Aunque entre algunos historiadores haya habido algún tipo de confusión a la hora de referirse a los Magos, en lo único que sí parecían estar de acuerdo era a la hora de describir que los sacerdotes de los templos no tenían nada que ver con los Magos.

Magos dirigiéndose a la estela de los sacrificios, Persépolis

La labor de los Magos era en su mayor parte la de llevar a cabo los sacrificios de animales en honor de los dioses con el único el fin de conseguir de ellos algún favor para el Rey. La confusión sobre las actividades de los sacerdotes por un lado y los Magos por otro viene del siglo VI antes de JC. cuando Heráclito de Efeso (535-484 a.C.), conocido también como “el Oscuro de Efeso”, mezcla a unos y a otros en extraños rituales de magia negra. Posteriormente los Magos fueron sucesivamente tildados de embaucadores y charlatanes de feria y si añadimos a ésto que Aristóteles decía que los magos de Persia ni sabían ni practicaban la magia, entonces no es difícil entender la razón de esa confusión entre unos y otros que se han mantenido durante muchos siglos. Por otro lado hay que decir que dicha confusión es lógica si tenemos en cuenta que los Magos adoraban al fuego y que su filosofía de vida era que después de la muerte recibiríamos nuestro castigo, o recompensa, dependiendo de cómo nos hubiéramos comportado en la vida, filosofía muy común por aquel entonces entre los sacerdotes de los templos del antiguo Reino de Media/Persia, actual Irán.

Bajo relieve de un Mago, 358-338 a.C.-Persépolis, Irán

Las pruebas que nos demuestran cual era exactamente el estatus social que gozaban los Magos en la antigua Persia se encuentran en las tablillas de la ciudad de Ragae, cerca de la actual Teherán (antiguo Reino de Media) en las que podemos leer que los Magos estaban protegidos por los sacerdotes seguidores del líder Zoroastro y que eran considerados como los elegidos por el dios supremo, Ahura Mazda. Otro geógrafo árabe (Yâqût ar-Rûmî,1179-1229 A.D) asegura que el lider y fundador de la secta de los Magos era Zoroastro en persona.
Una de las fuentes de información más fiable sobre los Magos y la Magia en el Imperio Aqueménida de la que disponemos hasta ahora viene del propio Heródoto de Halicarnaso y se encuentra en el líbro titulado “Historias” donde describe los rituales que practicaban los Magos y todo lo relacionado con los sacrificios de animales:

Dos ayudantes de Mago, Persépolis, Irán

“en las ceremonias, cuando los Persas ofrecen algún sacrificio a sus dioses, no lo hacen en un altar ni en una pira de leña. La bebida, la música de flauta, las girnaldas y la carne abundan por todo el patio. Antes de una de esas ceremonias, un Mago confecciona un ramillete con hojas, normalmente utiliza hojas de mirto, y lo coloca dentro de su pelo, acto seguido se lleva a la víctima a algún sitio abierto y pide al dios un favor. Al Mago no le está permitido rezar para ninguna causa personal, sino que sólo pide para el Rey o pide por alguna causa de la comunidad de la que él también forma parte. Una vez ha sacrificado al animal, éste pasa a ser cocinado, aunque primero es macerado con el fin de que la carne sea más comestible. Una vez hecho el ritual del sacrificio, el Mago -que es miembro de la comunidad y está siempre presente en todos los sacrificios- pronuncia unas palabras mágicas que se supone van dirigidas directamente a los dioses. Entonces, después de un rato, el Mago separa la carne de los huesos del animal y pasa a formar parte del banquete”.

Bajorrelieve, Magos dirigiéndose al altar de sacrificios, Persépolis

Heródoto de Halicarnaso también menciona en su “Historias” que los Magos hacían predicciones e interpretaban los sueños y que en todo Oriente era normal que los Magos dominaran ambas mancias, además de los rituales de los enterramientos, que son como sigue:
“Un persa nunca es enterrado hasta que su piel no era rasgada por un pájaro o un perro. Era una costumbre propia de los Magos. Pero los persas en general, cubrían el cuerpo con cera y después lo enterraban. Los Magos, no sólo mataban a cualquier animal, menos a perros y hombres, con sus propias manos, bien fueran hormigas, serpientes, pájaros, daba igual que animal, ellos lo hacían indiscriminadamente”.
La existencia de estos rituales de enterramiento fueron corroborados más tarde por el profeta Zaratustra cuando explicaba en sus libros la forma en que se exponían los cuerpos muertos a merced de los buitres subiéndolos a los más altos edificios llamados “torres del silencio”.

Pedestal funerario, Museo Arqueológico, Estambul

En la entonces capital del Imperio Aqueménida, Persépolis, se encuentra un archivo de textos administrativos, en forma de tablillas, y en ellas podemos leer que los Magos eran también contables y fieles controladores de los gastos en la administración.  Era muy común en esos tiempos en Oriente utilizar los servicios de los Magos también como administradores. En estas tablillas podemos leer que los Magos además desarrollaban actividades religiosas ayudando a los sacerdotes de los templos. Eran responsables también de todos los rituales de sacrificio para lo cual el Rey asignaba cada mes treinta litros de cebada o harina, frutas y diez litros de vino. Este es el único tipo de sacrificio que se menciona en las tablillas de Persépolis.
Puesto que el Rey estaba relacionado con estos sacrificos, Ahura Mazda es el único dios que se menciona en las tablillas y era por lo tanto el dios supremo persa. En otras palabras, los Magos -que no los sacerdotes- eran responsables de los sacrificios más importantes que se hacían en el reino. La conexión entre los Magos y el culto al dios supremo, Ahura Mazda, es descrito por Platón (Alcibiades, pag. 122A) quien describe de esta forma las enseñanzas impartidas a un joven noble persa:
“El Mago enseña al joven la ciencia de los Magos, ciencia que pertenece a Zaratustra, hijo de Ahura Mazda, y eso significa que es, de hecho, la bendición de los dioses”.

Magos en una ceremonia de sacrificio, Museo Arqueológico, Estambul

Estrabón nos cuenta en su “Geografía” lo siguiente:
“Los Magos practicaban sacrificios sobre un pedestal de piedra en la ciudad de Dascylium (Estambul). Dascylium es la capital de la Persia de los sátrapas, (la moderna Ergili).
En Capadocia (Turquía) se encontraba la secta de los Magos, que también eran llamados “antorchas de fuego”, tenían templos que estaban rodeados de fuego y dentro se encontraban los recintos nobles. En medio de estos recintos había un altar donde tenían despositadas grandes cantidades de ceniza con la que los Magos se encargaban de mantener siempre vivo el fuego. Y allí mismo, durante el día llevaban a cabo hechizos de más de una hora, manteniendo cerca del fuego sus ramilletes de varas de mirto y llevando en sus cabezas turbantes muy elaborados que llegaban a tapar sus mejillas e incluso sus labios.”

Detalle de Mago, Persépolis

Los labios eran seguramente cubiertos con el fin de que su respiración no contaminara el fuego. ¿Cómo podían cantar en estas condiciones?, ese es uno de los misterios de esta antigua religión. Por el santo libro de Zoroastro, el Avesta, sabemos que al turbante lo llamaban “pâdam” y al ramillete de leña “barsom”.
En la cercana India había una comunidad llamada “Maga” (Bhojaka, o Shakadvipi Brahmins) y sus centros de culto principales estaban en Rajasthan, al Oeste de la India. De acuerdo con los textos del “Bhavishya Purana”, entre otros, los ”Maga” fueron invitados a unirse a la secta del Señor Sol (Mitra o Surya en sánscrito) y estos textos asocian explícitamente a estos ”Maga” con los seguidores persas de Zoroastro.
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Los Magos después de Alejandro Magno

En el invierno del año 331 a.C. el Rey Macedonio Alejandro Magno invadió Persia y antes del año 330 a.de C. ya había acabado con el Imperio de los Aqueménidas así como con su dinastía. Los historiadores griegos nos cuentan que los Magos siguieron con sus trabajos y rituales de siempre y eso indica que hubo colaboración entre estos Magos y el nuevo Rey de Persia. Pero por otro lado, otros historiadores nos cuentan que Alejandro Magno mandó destruir todos los santuarios erigidos para mayor gloria de Zoroastro, persiguió y aniquiló a todos sus sacerdotes y destruyó todos los escritos religiosos. Una de las fuentes que informan de estos hechos dice: “el maldito Alejandro dió muerte a todos aquellos que osaron vestir como los Magos. Parece ser que algunos seguidores de Zoroastro huyeron a la ciudad de Zranka  (Drangiana) donde compartieron conocimientos para poder llevar a cabo los rituales correctamente. Las zonas prácticamente inaccesibles del norte del Reino de Media sirvieron como refugio de los huídos y tenemos noticia que recibieron protección de un noble llamado Atropates, (en Persa antiguo: Aturpat “protegido por el fuego”).
El nuevo Rey de Persia, Alejandro Magno, no ayudó mucho a que Occidente conociera algo mejor a Oriente. Desde fuentes Griegas y Latinas se dice que los Magos se convirtieron en representantes de la cultura de Oriente y nadie se interesó por saber cual era la diferencia entre un Mago, un Brahman y un Caldeo. Los tres eran lo mismo, pero venían de países diferentes: Persia, India y Babilonia. Sus actividades y conocimientos de los diferentes rituales eran muy similares e intercambiaban información. Por otro lado tenemos que añadir que los “Tres Magos” que se mencionan en el Evangelio de San Mateo y a los que llamaban “Magos”, también podría referirse a sabios que estudiaban las estrellas (astrólogos/astrónomos/matemáticos) y también podrían haber sido de origen Caldeo.
Mientras tanto, en Oriente, los Magos volvieron a jugar un papel muy relevante dentro del Reino de los Partos (hay muy poca información al respecto). La historia nos dice que alrededor de la tercera centuria de nuestra era (III A.D.) el Imperio de los Partos fué absorbido por el segundo Imperio Persa, los Sasánidas. El Rey Sasánida Ardasir concedió entonces muchos privilegios a los Magos quienes lograron alcanzar después mucho poder político. Eran los Magos los que gestionaban y dirigían todas las ceremonias religiosas y de sacrificios en la capital y también ejercían de jueces y se encargaban de recaudar los impuestos.
Uno de los Magos persas más conocidos es San Anastasio de Persia.


San Anastasio fué primero un Mago, después fué soldado en el ejército del Rey Khrusrow II (591-628 A.D.)durante la campaña que trasladó la Santa Cruz de Jerusalén a Persia. El soldado Magundat (ese era su nombre auténtico) quedó impresionado por la fuerza que desprendía la reliquia, por la devoción que demostraban los cristianos, por la fe con la que aceptaban las persecuciones y por todo ello decidió convertirse al cristianismo; dejó el ejército, adoptó el nombre de Anastasio y se marchó a Jerusalén donde se convirtió en monje. Después de unos años en el convento, Anastasio volvió a Persia con el fin de convertir al cristianismo a los campesinos. Pronto fué arrestado por causa de su fe y le prometieron grandes premios si renegaba de Jesucristo y volvía a servir al Rey Khusrow II. Al poco fué martirizado junto con otros setenta cristianos de los que nunca supimos sus nombres.


"Los tres reyes magos"

Velazquez

-Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso. 
Vengo a decir: La vida es pura y bella. 
Existe Dios. El amor es inmenso. 
¡Todo lo sé por la divina Estrella! 

-Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo. 
Existe Dios. Él es la luz del día. 
La blanca flor tiene sus pies en lodo. 
¡Y en el placer hay la melancolía! 

-Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro 
que existe Dios. Él es el grande y fuerte. 
Todo lo sé por el lucero puro 
que brilla en la diadema de la Muerte. 

-Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos. 
Triunfa el amor y a su fiesta os convida. 
¡Cristo resurge, hace la luz del caos 
y tiene la corona de la Vida!


Rubén Darío 

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