JUANA LA LOCA
7 de abril de 1555. Convento de Santa Clara. Tordesillas. Una mujer anciana, vestida de riguroso luto, postrada ante una fría losa de piedra, gime y solloza. Su voz apenas se hace perceptible entre las severas piedras del sobrio edificio castellano. Silencio.
![]() |
F. Padilla |
“Mi querido Felipe:
Hace ya tanto tiempo que descansas bajo esa lápida que he perdido la cuenta de los años que ya no estás junto a mí. Miento. Sí estás junto a mí. Sólo que tus ojos no me miran ni tu sonrisa me cubre como antes.
Pero tú sigues junto a mí. Tu recuerdo me acompaña cada día, a cada hora, a cada instante. En las brisas nocturnas y en los atardeceres de otoño. Cuando escucho el repicar de las campanas del convento y cuando oigo en la lejanía un trotar de caballos. En todo momento estás junto a mí. Mi querido Felipe. Mi amado Felipe.
Felipe, ¿estás ahí?... ¿Me oyes?
Bien sabes cuánto me educaron mis padres para ser infanta y reina. Cuán rígida fue mi juventud en la rígida y sobria corte castellana. Mi buena madre me enseñó las primeras oraciones con que dirigirme a Dios. Mi padre, político sagaz, me mostró pocas veces su paternal afecto, pero vislumbré en él un hombre dispuesto al servicio del Reino y sus súbditos.
¿Felipe, estás ahí?... ¿Me escuchas?
Pronto me casaron contigo por poderes. Sin conocerte, Felipe, partí desde Laredo hacia esas tierras lejanas de Flandes, de las que eras archiduque. Con tanto miedo que mientras el barco se mecía sobre el mar, mi corazón palpitaba de pánico. ¡Qué lejos me sentía de mi hogar y de mi patria! Mi querido archiduque. ¡Pero sin embargo, qué instantánea fue la atracción que sentí por tus ojos al verte aparecer por entre las cortinas de palacio! Enseguida desapareció el miedo. No cabía otro sentimiento en mi pecho que el amor más limpio y transparente que jamás llegara a imaginar.
Escúchame, Felipe… ¿Por qué nunca respondes mientras te hablo?
![]() |
Díptico con los seis hijos de Juana I de Castilla |
Nuestros hijos son dueños del mundo. Leonor, reina de Francia; Isabel, reina de Dinamarca; María, reina de Hungría. Carlos y Fernando, ambos emperadores del Sacro Romano Imperio Germánico. El primero, además, también Rey de las Españas, de Europa y de las Indias. Y nuestra pequeña Catalina, la delicada Catalina, reina de Portugal.
¿Ves cuán gloriosa es la diadema de nuestro amor, Felipe? Dios nos premia con una descendencia de hijos poderosos, respetados y respetables. Pero, sin embargo, en mi corazón hay un vacío inmenso. Porque mi verdadero y único rey no está. Porque tú no estás.
![]() |
J. de Flandes |
Felipe El Hermoso, ¡buen apodo para tan apuesto príncipe!
Felipe, archiduque de Austria, duque de Borgoña, de Brabante, de Limburgo y Luxemburgo, conde de Flandes, de Habsburgo, de Hainaut, de Holanda, de Zelanda, Tirol y Artois, señor de Amberes y Malinas...
¿Y ahora, qué eres Felipe, amor mío? Sólo un recuerdo vivo y ardiente en mi corazón de anciana. Una ráfaga, un sollozo, una lágrima fugitiva, un 'hasta siempre' que nadie nunca escuchará.
Me llaman Juana la Loca. Loca, sí, desde luego. Pero loca de amor. Ay, Señor… Estoy tan cansada... Muy pronto mi existencia será un suspiro de la Historia, una brisa olvidada. Hija y madre de reyes. Amante sin amado. Reina sin reino. Yo, Juana. La loca. Cautiva en Tordesillas, soberana de medio mundo, pero retenida, presa y muerta antes de morir.
Felipe, ¿dónde estás? ¿Por qué no me respondes cuando te hablo? ¿Felipe?... ¡Felipe!
¡¡Felipe!!
Juana, reina propietaria de las coronas de Castilla y Aragón, murió el 12 de abril de 1555 a la edad de 76 años. Hija de los Reyes Católicos,Isabel y Fernando, esposa del Archiduque Felipe de Habsburgo. Su hijo, el gran emperador Carlos I de España y V de Alemania, tan sólo sobrevivió a su madre tres años.
Fue reina sobre el papel. Recluida en un convento durante la mayor parte de su vida, enamorada de un cadáver.
“No importa, amor mío: iremos a Granada. No temas. Será como empezar otra vez todo. Como si nada horrible hubiera sucedido”.
Y, efectivamente, Juana y Felipe fueron, por fin, conducidos a Granada, “donde el sol luce siempre y hay jardines, donde sonríe el agua, donde los ruiseñores cantan noches enteras sin cansarse…”