ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO
Toledo que tras la conquista por Alfonso VI en 1085, se convirtió en un importante centro de intercambio cultural y comercial, donde la mezcla de culturas en “convivencia” y “tolerancia” (no fue idílica ni su convivencia ni su tolerancia) fue aprovechada, principalmente, por las autoridades eclesiásticas para convertir la ciudad de Toledo en el núcleo o centro neurálgico del que partía el saber y el conocimiento a Europa, creando la famosa y controvertida Escuela de Traductores de Toledo.
En esta escuela se traducía e interpretaban textos clásicos greco-latinos alejandrinos, que habían sido vertidos del árabe o del hebreo a la lengua latina valiéndose del romance castellano o español como lengua intermedia, o directamente a las emergentes «lenguas vulgares», principalmente al castellano.
En un principio, las materias o temáticas de los textos a traducir e interpretar eran únicamente de carácter teológico y filosófico.
Se considera que los fundadores de esta Escuela de Traductores de Toledo fueron Domingo Gundisalvo, filósofo y traductor nacido en Segovia en 1110 y fallecido en Toledo en 1181. Gundisalvo escribía, traducía e interpretaba en latín los textos de filósofos como Aristóteles que estaban escritos en árabe y que, el judío converso de origen sevillano Juan Hispalense le traducía al castellano, idioma en el que se comunicaban.

Miniatura de «Las Siete Partidas» que muestra a Alfonso X el Sabio dictando.
Así nacía esta Escuela que fue ampliando sus materias de estudio albergando una importante colección de textos referentes a medicina y astronomía.
Esta Escuela fue un icono del conocimiento, de convivencia y de tolerancia, a pesar de que la ciudad de Toledo, la tolerancia y la convivencia no fueran ejemplares, esta Escuela resumía en su esencia ese concepto, incluso en la actualidad.
Hoy el espíritu de esta Escuela forma parte de la Universidad de Castilla la Mancha como un centro de investigación.
(Continuará)