CUENTOS CON COMPLEJO



Los cuentos infantiles clásicos son más adultos de lo que parecen.
Hasta el punto de que han servido a médicos y psiquiatras para denominar una serie de patologías que a todos nos resultan ya familiares en el mundo adulto, como el síndrome de Peter Pan (los patológicamente inmaduros), el complejo de Bambi (ser demasiado sentimental o compasivo con la vida silvestre y los animales salvajes), el complejo de Cenicienta (las muy dependientes de los hombres con fines emocionales o financieros), el síndrome de la Bella Durmiente (quienes sufren períodos de sueño excesivo y alteraciones del comportamiento) o el síndrome de Rapunzel(enfermedad intestinal de quienes comen pelo, un trastorno conocido como tricofagia). Y bueno, los que mienten mucho sufren el efecto Pinocho: una inflamación ligera de la nariz que provoca picor.


El síndrome de Peter Pan

No es un síndrome reconocido oficialmente por la Organización Mundial de la Salud, pero algunos estudios han demostrado que existe. Es más frecuente en hombres que en mujeres (que pueden sufrir de “Síndrome de Wendy”, es decir, que actúan como madres de sus parejas y otros).
Peter Pan es el nombre de un personaje ficticio creado por el escritor escocés James Matthew Barriepara una obra de teatro llevada a cabo en Londres el 27 de diciembre de 1904. Desde entonces, el personaje ha protagonizado toda clase de adaptaciones. Una de la más célebres, a la vez que fallidas, es la realizada por Steven Spielberg para el cine. Hook fue una adaptación muy libre de “Peter Pan” que realizó Steven Spielberg y que contó con la participación de Robin Williams (Peter Pan), Dustin Hoffman (capitán Garfio) y de Julia Roberts (Campanilla). La premisa es que Peter ya es mayor y trabaja en la gran ciudad: por alguna razón ha olvidado lo que es ser niño, ser peterpanesco. Sin embargo, a pesar del elenco, la película es considerada una de las peores de Spielberg.




El síndrome de la Bella Durmiente


Lo sufren las que el síndrome Klene-Levin, un raro trastorno neurológico que se caracteriza por períodos de excesivo sueño y alteraciones del comportamiento. Algunos sólo se despiertan para comer o ir al baño.
La bella durmiente es un cuento de hadas popular europeo nacido de la tradición oral, las versiones más conocidas son las escritas por Charles Perrault en su libro Cuentos de Mamá Ganso publicado en 1697. Las canciones infantiles como las de Mamá Ganso, las cuales datan de los siglos XVII y XVIII, resultan ofensivas si las comparamos con los códigos morales que actualmente se inculcan a los niños (para que luego digan que se han perdido los valores). Un reciente artículo publicado en los Archives of Diseases of Childhood calculó los índices de violencia en diferentes géneros de entretenimiento infantil. Los programas de televisión tenían 4’8 escenas violentas cada hora; las canciones infantiles, 52’2.


Síndrome de Rapunzel

Quienes lo sufren comen tanto pelo que producen una bola de pelos gigante en el estómago o el intestino delgado. En ocasiones, esta masa puede envolverse alrededor de los órganos y perforarlos. Recordad que Rapunzel se caracterizaba por una melena extremadamente larga y undívaga, casi una entidad autosuficiente, con la que Rapunzel incluso puede escapar de su torre tal y como un preso emplearía diversas fundas de almohada anudadas.

Rapunzel es un cuento de hadas de la colección de los Hermanos Grimm. Quienes escribían, además, cuentos infantiles realmente adultos en muchos de sus detalles. Adultos hasta límites difíciles de digerir. Si os interesa seguir leyendo sobre la parte adulta de sus cuentos, quizá os interese revisar el artículo La faceta ‘gore’ de los hermanos Grimm.

El complejo de Bambi

Por lo general tienen sentimientos muy fuertes en contra de la caza, los incendios controlados, y cualquier otro trato inhumano de los animales. Sobre todo si son animales bonitos. Lo cual acarrea un efecto secundario muy peligroso: lo podríamos llamar síndrome de Disney.


Ha quedado cristalizado en el acervo popular que los seres humanos son mezquinos, egoístas y crueles y que los animales, por el contrario, son algo así como discípulos de Gandhi. Este efecto ha sido amplificado por las películas Disney y otras, donde se presentan a determinados animales (normalmente adorables físicamente) como buenos y mansos. Ello provoca que la gente se acerque a ellos sin tomar las medidas de seguridad oportunas, lo que acaba desecadenando un alto índice de accidentes. Mirad cómo se refería el zoólogo Konrad Lorenz a una cría de corzo, similar a Bambi, en su libro Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros:

Es uno de los asesinos más crueles… está sediento de sangre. Los corzos mansos causan más accidentes al año que los leones y tigres.
Lorenz concluyó que entre los depredadores la violencia gratuita es más rara que entre los herbívoros. Según Lorenz, dado que son animales tan poderosos, muchos de ellos han desarrollado rituales, como el de la rendición, para prevenir ataques violentos.
5. El complejo de Cenicienta: este complejo se caracteriza también por el deseo de ser salvadas por un príncipe azul. Tampoco es reconocido oficialmente como un desorden psicológico, pero el término fue acuñado en 1981 por Collette Downing, quien escribió El complejo de Cenicienta: El miedo oculto de la Mujer de la Independencia. Y no es la única faceta adulta que podemos entresacar de este cuento, porque en él también podemos leer fragmetos tan aberrantes como el que sigue: unas palomas picotean los ojos de las hermanastras, castigándolas “con la ceguera para el resto de su vida por su maldad y perversidad”. Como en una pesadilla de Hitchcock.
Una de las formas del cuento de la Cenicienta más conocidas en occidente es la del francés Charles Perrault, que escribió en 1697 una versión de la historia transmitida mediante tradición oral.

Bonus Track

Como Bonus Track, podríamos añadir el efecto Pinocho, que si bien no refleja un trastorno psicológico, sí que puede estar motivado por él: el mentiroso compulsivo, por ejemplo. Al mentir, se liberan unas sustancias químicas llamadas catecolaminas, que provocan la inflamación de los tejidos internos de la nariz, el llamado efecto Pinocho en sí mismo: aumenta la presión sanguínea y, en consecuencia, se inflama la nariz. Por ello, los que están mintiendo suelen frotarse la nariz, pues intentan calmar el picor.





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