BACH
Bach no destacó especialmente en el uso de los elementos mitológicos en su música. Como se sabe, la gran mayoría de su obra coral y vocal está consagrada al terreno religioso (cantatas para los domingos, Magnificat, misas, oratorios de Navidad, Ascención y Pascua, Pasiones), ya que Johann Sebastian fue esencialmente un músico de iglesia. Aunque era organista, y al órgano dedicó toda su vida, sabía muy bien que, según la concepción eclesiástica tradicional, la música religiosa es, ante todo y sobre todo, música vocal.
De las 221 cantatas que compuso, 196 son religiosas y sólo 25 profanas y es entre éstas donde hallaremos las de temática mitológica.
Las cantatas profanas ocupan los números de catálogo BWV 201 a 222, además de la BWV 249a (Entfliehet, verschwinder, entweichet, ihr Sorgen), cantata pastoril para el cumpleaños del Duque Christian de Sajonia-Weisenfels
De todas ellas solo mencionaré cinco: las BWV 201, 205, 208, 213 y 214.
Cantata BWV 201: Geschwinde, ihr wirbelnden Winde (Der Streit zwischen Phoebus und Pan)
Cantata 201: Febo y Pan
Kantata 201: Geschwinde, ihr wirbelnden Winde (Corred, vientos turbulentos)
Cantata Profana compuesta en Leipzig
El “drama per musica” “Der Streit zwischen Phoebus und Pan BWV 201″, nos da cuenta del desafío entre los dioses del Olimpo, Febo Apolo, creador de la cítara y el dios rural Pan, inventor de la flauta. El texto fue escrito por un funcionario de correos y poeta aficionado de Leipzig, Christian Friedrich Henrici, llamado Picander, y fue publicado en 1732. Se desconoce si esta cantata, de cerca de una hora de duración, responde a algún encargo concreto. Según, C. L. Hilgenfeldt en su biografía de Bach, publicada en 1850, la cantata fue escrita probablemente en 1725 para la corte de Sajonia. No obstante, las características del papel y la escritura de la partitura revelan que no fue escrita antes del otoño de 1729. Klaus Häfner da por sentado que la BWV 201, así como otras dos cantatas de la misma duración, de las que sólo sobrevivió uno de los textos de Picander, formaba una especie de trilogía producida por Bach cuando se hizo cargo de la dirección del “Collegium Musicum” en la primavera de 1729.
Cuando compuso este “dramma per musica” en el verano de 1729, Bach llevaba pocas semanas, según acabamos de decir, como director del Collegium Musicum de Leipzig. Y ese mismo verano, durante un concierto del Collegium, lo dirigió con el concurso de estudiantes universitarios. Se trata de una obra satírica con texto de Picander, quien se inspiró en las “Metamorfosis” de Ovidio. El libretista lo tituló “Desafío de Febo y Pan” y lo incluyó en sus “Poemas satíricos serios y jocosos”.
Los personajes mitológicos son Momo (diosa de la burla), soprano, Mercurio (dios del comercio), contralto, Tmolo (dios lidio y juez), tenor, Midas (rey frigio y también juez), tenor, Febo (dios de la sabiduría y protector de las musas), bajo, y Pan (divinidad de los bosques), bajo.
En un concurso de canto, Febo es secundado por Tmolo, el otro por Midas. Momo y Mercurio son observadores imparciales.
La fuente literaria para el texto puede estar en las Metamorfosis de Ovidio, libro XI, versos 146 a 193:
Ille perosus opes silvas et rura colebat
Panaque montanis habitantem semper in antris,
pingue sed ingenium mansit, nocituraque, ut ante,
rursus erant domino stultae praecordia mentis.
nam freta prospiciens late riget arduus alto
Tmolus in ascensu clivoque extensus utroque
Sardibus hinc, illinc parvis finitur Hypaepis.
Pan ibi dum teneris iactat sua sibila nymphis
et leve cerata modulatur harundine carmen
ausus Apollineos prae se contemnere cantus,
iudice sub Tmolo certamen venit ad inpar.
Monte suo senior iudex consedit et aures
liberat arboribus: quercu coma caerula tantum
cingitur, et pendent circum cava tempora glandes.
isque deum pecoris spectans ‘in iudice’ dixit
‘nulla mora est.’ calamis agrestibus insonat ille
barbaricoque Midan (aderat nam forte canenti)
carmine delenit; post hunc sacer ora retorsit
Tmolus ad os Phoebi: vultum sua silva secuta est.
ille caput flavum lauro Parnaside vinctus
verrit humum Tyrio saturata murice palla
instructamque fidem gemmis et dentibus Indis
sustinet a laeva, tenuit manus altera plectrum;
artificis status ipse fuit. tum stamina docto
pollice sollicitat, quorum dulcedine captus
Pana iubet Tmolus citharae submittere cannas.
Iudicium sanctique placet sententia montis
omnibus, arguitur tamen atque iniusta vocatur
unius sermone Midae; nec Delius aures
humanam stolidas patitur retinere figuram,
sed trahit in spatium villisque albentibus inplet
instabilesque imas facit et dat posse moveri:
cetera sunt hominis, partem damnatur in unam
induiturque aures lente gradientis aselli.
ille quidem celare cupit turpique pudore
tempora purpureis temptat relevare tiaris;
sed solitus longos ferro resecare capillos
viderat hoc famulus, qui cum nec prodere visum
dedecus auderet, cupiens efferre sub auras,
nec posset reticere tamen, secedit humumque
effodit et, domini quales adspexerit aures,
voce refert parva terraeque inmurmurat haustae
indiciumque suae vocis tellure regesta
obruit et scrobibus tacitus discedit opertis.
creber harundinibus tremulis ibi surgere lucus
coepit et, ut primum pleno maturuit anno,
prodidit agricolam: leni nam motus ab austro
obruta verba refert dominique coarguit aures.
Midas (II): Febo y Pan
Él, aborreciendo las riquezas, los bosques y los campos honraba,
y a Pan, que habita siempre en las cuevas montanas,
pero zafio permaneció su ingenio, y de dañarle como antes
de nuevo habían a su dueño los interiores de su estúpida mente.
150Pues los mares oteando ampliamente se yergue, arduo en su alto
ascenso, el Tmolo, y por sus pendientes ambas extendiéndose,
en Sardes por aquí, por allí en la pequeña Hipepa termina.
Pan allí, mientras tiernas a las nifas lanza sus silbos
y leve modula, en su encerada caña, su canción,
155osando despreciar ante sí de Apolo sus cantos,
bajo el Tmolo, éste de juez, a un certamen acude disparejo.
En su propio monte el anciano juez se sentó, y sus oídos
libera de árboles: de encina su melena azul sólo
ciñe, y penden, alrededor de sus cóncavas sienes, bellotas.
160Y éste, al dios del ganado contemplando: “En el juez”,
dijo, “ninguna demora hay.” Por dentro sus cálamos agrestes hace sonar él
y con su bárbara canción a Midas –pues era el caso que acompañaba él
al cantor– cautiva. Después de él sagrado el Tmolo volvió su rostro
hacia el rostro de Febo: a su semblante siguió su bosque.
165Él, en su cabeza flava de laurel del Parnaso ceñido,
barre la tierra con su capa saturada de tirio múrice y,
guarnecida su lira de gemas y diente indios,
la sostiene por la izquierda, sujeta la mano segunda el plectro.
De un artista su porte mismo era. Entonces los hilos con docto
170pulgar inquieta, por cuya dulzura cautivado,
a Pan ordena el Tmolo a esa cítara someter sus cañas.
El juicio y la sentencia del santo monte place
a todos; se la rebate aun así e injusta se la llama
en el discurso de Midas solo. Y el Delio sus oídos
175sandios no soporta que retengan su figura humana,
sino que las alarga en su espacio y de vellos blanquecientes las colma,
y no estables por debajo las hace y les otorga el poder moverse:
lo restante es de humano. En una parte se le condena
y se viste las orejas del que lento avanza, el burrito.
180Él ciertamente esconderlo desea, y con vergonzoso pudor
sus sienes con purpurinas tiaras intenta consolar.
Pero, el que solía sus largos cabellos cortar a hierro
había visto esto, su sirviente, el cual, como tampoco a traicionar
el desdoro visto se atreviera, deseando sacarlo a las auras,
185y tampoco pudiera callarlo aun así, se aleja y la tierra
perfora y de su dueños cuáles haya contemplado las orejas
con voz refiere baja y a la tierra dentro lo murmura, vaciada,
y la delación de su voz con tierra restituida
sepulta y de esos hoyos tapados tácito se aparta.
190Espeso de cañas trémulas allí a levantarse un bosque
comenzó y, tan pronto maduró al año pleno,
traicionó a su agricultor, pues movido por el austro lene
las sepultadas palabras refiere y del señor arguye las orejas.