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Mostrando entradas de abril, 2016

LA RUEDA DE LA FORTUNA

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Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al...

EL ERMITAÑO

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El ciego Jesús El cuerpo, al despertar, mirando nuevamente el entibierse de la luz sobre la tierra, cabalga rumbo a esos cerros nublados, esas alturas densas, húmedas, con su manto de garúa, sus flores amarillas, su paja. El caballo hunde sus cascos en el lodazal, se detiene despatarrado, corcovea, relincha, recibe riendazos y picaduras de espuela. Tuerce las orejsa asustado, y de la neblina surge, nítido, el sonido lejano de un redoblante que avanza hacia él, rasgando el aire mojado y el viento. El que viene, advierte, es solo un viejo descalzo y rotoso, casi enano, que camina como ciego: tanteando con los pies cada piosada, digno y tranquilo, como si mirara con otros ojos, siempre más allá, castigando sin piedad a su tambor con dos ramas gastadas. "Y sé, no sabría cómo, que él sabe quién soy, y sé que es tan viejo como la misma tierra cuando él, acallando el tararán-tran-tran de su redoblante, atravesándole el cuerpo con unos inmensos ojos blancos, me da su sonrisa desden...

JUSTICIA

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Hazme justicia señor (salmo 25)  Hazme justicia Señor porque soy inocente Porque he confiado en ti y no en los líderes Defiéndeme en el Consejo de Guerra defiéndeme en el Proceso de testigos falsos y falsas pruebas No me siento con ellos en sus mesas redondas ni brindo en sus banquetes No pertenezco a sus organizaciones ni estoy en sus partidos ni tengo acciones en sus compañías ni son mis socios Lavaré mis manos entre los inocentes y estaré alrededor de tu altar Señor No me pierdas con los políticos sanguinarios en cuyos cartapacios no hay más que el crimen y cuyas cuentas bancarias están hechas de sobornos No me entregues al Partido de los hombres inicuos ¡Libértame Señor! Y bendeciré en nuestra comunidad al Señor en nuestras asambleas. Ernesto cardenal

EL CARRO

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Aquiles y Héctor Los troyanos, refugiados en la ciudad como cervatos, se recostaban en los hermosos baluartes, refrigeraban el sudor y bebían para apagar la sed; y en tanto los aqueos se iban acercando a la muralla, con los escudos levantados encima de los hombros. La Parca funesta sólo detuvo a Héctor para que se quedara fuera de Ilio, en las puertas Esceas. Y Febo Apolo dijo al Pelión: ‑¿Por qué, oh hijo de Peleo, persigues en veloz carre­ra, siendo tú mortal, a un dios inmortal? Aún no conociste que soy una deidad, y no cesa to deseo de alcanzarme. Ya no te cuidas de pelear con los troyanos, a quienes pusiste en fuga; y éstos han entrado en la población, mientras to extraviabas viniendo aquí. Pero no me matarás, porque el hado no me condenó a morir. Muy indignado le respondió Aquiles, el de los pies li­geros: ‑¡Oh tú, que hieres de lejos, el más funesto de todos los dioses! Me engañaste, trayéndome acá desde la muralla, cuando todavía hubieran mordido muchos la tierra...

LOS ENAMORADOS

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la fanette Éramos dos amigos y Fanette me amaba la playa estaba desierta y llovía bajo julio si pueden recordar las olas les dirán cuántas canciones he cantado para Fanette Hay que decir... Hay que decir que ella era bella como una perla de agua Hay que decir que ella era bella y que yo no lo soy Hay que decir que ella era morena entre la arena rubia y que teniéndonos el uno a la otra yo poseía el mundo Hay que decir que estaba loco de creer en todo eso. Yo la creía nuestro, yo la creía mía... Hay que decir que no se nos enseña a desconfiar de todo. Éramos dos amigos y Fanette me amaba. La playa estaba desierta y mentía bajo julio. Si pueden recordar las olas les dirán cómo por la Fanette se calla la canción. Hay que decir... Hay que decir que saliendo de una ola moribunda yo les he visto andar como amante y amante. Hay que decir que se rieron cuando me vieron llorar. Hay que decir que cantaron cuando yo los maldije. ...

ONOMATOPEYAS E INTERJECCIONES

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Hablamos con interjecciones y onomatopeyas que nos sirven para expresar estados de ánimo e imitar sonidos. También las escribimos a menudo, por ejemplo, cuando subimos comentarios a las redes sociales: ¡Ay qué pena! ¡Ja, ja! ¡Qué bueno! ¡Vaya tela! ¡Zas, en todos los morros! Son habituales asimismo en los correos electrónicos: ¡Ánimo! Uff, qué pereza. ¡Hasta pronto! ¡Buen viaje! o las cartas, si todavía las utilizamos para comunicarnos: ¡Suerte en los exámenes! Nos vemos en un pispás. Y se convierten en un recurso imprescindible en la escritura creativa, en la literatura: «Todos callados, como muertos. Mercedes coge una tiza y con trazos rápidos organiza cada cosa con su nombre. Es como si resolviera un rompecabezas, y al final cada pieza encaja en su sitio. Oración coordinada adversativa y blablablá blablablá». (Nada del otro jueves, Carmen Martínez Gimeno). El término interjección proviene del latín interiectio, que significa intercalación y define bien la función de este t...

EL PAPA

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San romero de América pastor y mártir nuestro  El ángel del Señor anunció en la víspera... El corazón de El salvador marcaba 24 de marzo y de agonía. Tú ofrecías el Pan, el Cuerpo Vivo -el triturado cuerpo de tu Pueblo; Su derramada Sangre victoriosa -¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada! El ángel del Señor anunció en la víspera, y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte; como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo. ¡Y se hizo vida nueva en nuestra vieja Iglesia! Estamos otra vez en pie de testimonio, ¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro! Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra. Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente. Romero de la Pascua Latinoamericana. Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa. Como Jesús, por orden del Imperio. ¡Pobre pastor glorioso,...