4.20.2016

PAPISA



Bernarda: ¡Malditas particiones!
La Poncia: ¡Cuánto dinero le queda a Angustias!
Bernarda: Sí.
La Poncia: Y a las otras, bastante menos.
Bernarda: Ya me lo has dicho tres veces y no te he querido replicar. Bastante menos, mucho menos. No me lo recuerdes más.
(Sale Angustias muy compuesta de cara.)
Bernarda: ¡Angustias!
Angustias: Madre.
Bernarda: ¿Pero has tenido valor de echarte polvos en la cara? ¿Has tenido valor de lavarte la cara el día de la misa de tu padre?
Angustias: No era mi padre. El mío murió hace tiempo. ¿Es que ya no lo recuerda usted?
Bernarda: ¡Más debes a este hombre, padre de tus hermanas, que al tuyo! Gracias a este hombre tienes colmada tu fortuna.
Angustias: ¡Eso lo teníamos que ver!
Bernarda: ¡Aunque fuera por decencia! ¡Por respeto!
Angustias: Madre, déjeme usted salir.
Bernarda: ¿Salir? Después que te hayas quitado esos polvos de la cara. ¡Suavona! ¡Yeyo! ¡Espejo de tus tías! (Le quita violentamente con su pañuelo los polvos) ¡Ahora vete!
La Poncia: ¡Bernarda, no seas tan inquisitiva!
Bernarda: Aunque mi madre esté loca yo estoy con mis cinco sentidos y sé perfectamente lo que hago.
(Entran todas.)
Magdalena: ¿Qué pasa?
Bernarda: No pasa nada.
Magdalena: (A Angustias.) Si es que discutís por las particiones, tú, que eres la más rica, te puedes quedar con todo.
Angustias: ¡Guárdate la lengua en la madriguera!
Bernarda: (Golpeando con el bastón en el suelo.) ¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo. ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro!
(Se oyen unas voces y entra en escena María Josefa, la madre de Bernarda, viejísima, ataviada con flores en la cabeza y en el pecho.)
María Josefa: Bernarda, ¿dónde está mi mantilla? Nada de lo que tengo quiero que sea para vosotras, ni mis anillos, ni mi traje negro de moaré, porque ninguna de vosotras se va a casar. ¡Ninguna! ¡Bernarda, dame mi gargantilla de perlas!
Bernarda: (A la Criada.) ¿Por qué la habéis dejado entrar?
Criada: (Temblando.) ¡Se me escapó!
María Josefa: Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón hermoso de la orilla del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres.
Bernarda: ¡Calle usted, madre!
María Josefa: No, no callo. No quiero ver a estas mujeres solteras, rabiando por la boda, haciéndose polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo. ¡Bernarda, yo quiero un varón para casarme y tener alegría!
Bernarda: ¡Encerradla!
María Josefa: ¡Déjame salir, Bernarda!
(La Criada coge a María Josefa.)
Bernarda: ¡Ayudarla vosotras!
(Todas arrastran a la vieja.)
María Josefa: ¡Quiero irme de aquí! ¡Bernarda! ¡A casarme a la orilla del mar, a la orilla del mar!

[La casa de Bernarda Alba, final del primer acto.]

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