LA EXPRESIÓN DE LOS NUEVOS CREADORES


La nueva literatura europea empieza en Italia con los nombres de Dante (1265- 1321),Petrarca(1304-74) y Boccaccio (1313-75).

Hacía dos siglos que no se oían en italiano más que pobres cantos de amor y de devoción, cuando Dante Alighieri, de Florencia, se valió de esa lengua para describir su viaje a través de los tres reinos póstumos (Infierno, Purgatorio, Paraíso), narrando los castigos, las aspiraciones, las glorias reservadas a los hombres después de la tumba, y exponiendo toda la ciencia de su tiempo, la religión, la política, zahiriendo sin piedad los errores y las faltas de sus contemporáneos.

Compuesta entre 1307 y 1321, es una de las obras maestras de todos los tiempos. En las tres partes del poema, escritas en tercetos encadenados, Dante narra un alegórico viaje al mundo de ultratumba. En el infierno y el purgatorio le sirve de guía el poeta Virgilio y en el paraíso, su amada Beatriz.

Escribió también poesía amorosa (Rime) y la Vita nuova, en la que relata en prosa, intercalando poemas, su gran amor por Beatriz, conocida de niña y muerta muy joven. Por su estilo e ideas (Beatriz es una donna angelicata), estas obras se encuadran en el dolce stil novo.


La donna angelicata


El tópico de la donna angelicata o «mujer angelical» fue creado por G. Guinizelli y perfeccionado por Dante. La mujer es vista como mensajera o símbolo de la perfección espiritual, que puede alcanzarse mediante el amor. A la vez se exaltan ciertos rasgos idealizados de belleza femenina (cabello rubio, piel blanca, ojos claros) que seguirán siendo prototípicos durante siglos.
Su nombre es Dulcinea… su hermosura sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los Imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a las damas: que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos de cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve.


Miguel de Cervantes, Don Quijote, 1,13


Francesco Petrarca, de Arezzo, padre del humanismo, movimiento cultural basado en la recuperación de la Antigüedad, que será la base ideológica del Renacimiento, fue un gran estudioso de los autores de la antigua Roma y escribió además numerosos libros en latín: tratados filosóficos y religiosos, obras históricas y poesía lírica y épica.Pero adquirió su mayor gloria con los sonetos y cantos dedicados a Laura, en los cuales dulcificó y embelleció la lengua, tanto que han trascurrido cinco siglos sin que su estilo envejeciera. Como Dante a Beatriz, amó a Lauracon un amor imposible truncado por una temprana muerte. La hondura de la indagación en sus sentimientos y la perfección formal y métrica de su estilo tendrán una gran influencia en la lírica europea posterior, especialmente en la renacentista.
Cantó, además, sobre religión y política, censurando a los papas que residían en Aviñón y a los príncipes que favorecían a los extranjeros.



En la muerte de Laura
Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto. 


No pocos poetas siguieron de lejos a estos dos genios. Se tardó algo en escribir en prosa, porque era usual y patria la lengua latina en Italia; sin embargo, algunos se habían servido ya del italiano, principalmente en crónicas, historietas, vidas de santos, y novelitas, con palabras puras y estilo sencillo y natural. Añadir al idioma el arte que le faltaba; dar fuerza, variedad, amplitud al período; emplear el recurso de los incidentes, de las trasposiciones, de las suspensiones; todo esto fue obra de Giovanni Boccaccio, que introdujo en el Decamerón (1349-51), su obra maestra, diez personas para contar novelas. Un grupo de jóvenes refugiados en el campo para escapar a la terrible peste de 1348 se narran cuentos unos a otros para entretenerse. Los relatos son de muchos tipos, pero los más interesantes son los cómicos de ambientación realista en la sociedad de la época.

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